No es aquel jugador argentino que jugaba con la 10 de Paraguay, que supo ser jugador de Boca y triunfar en Independiente. Es el mismísimo Ezequiel, si ese que se estrello con un avión y ganó la competencia Argentina del Bafici del 2005, y que se fué de excursión en el 2009, y con él nos fuimos de excursión en un par de ocasiones para hacerle el afiche de la película. Ese Ezequiel que siempre nos encontramos por las mañanas mirando películas o como en el caso de hoy, peor aún, un domingo por la mañana!. Mientras ya no se vivía la euforia de todos los dias anteriores en dónde todos corrían desesperados a conseguir entradas y golpearse unos contra otros. En un domingo por la mañana de lluvia, que la paz reinaba en el Abasto gracias a la fiesta de la noche anterior que limpió de boludos la cola de las entradas. Y así fué como con mas tranquilidad nos dimos un rato más para hablar de la vida y bueyes perdidos, y claro, obviamente, y por supuesto, como no, de cine.
Separador Acuña mediante voy a hablar sobre películas. No en el orden en que las he visto ya que ya no me acuerdo.
Le Quattro volte, las 4 estaciones del año que mueren y nacen encarnadas en distintos seres vivientes. Empezamos muriendo con el último aliento de un viejo pastor para reencarnarnos en un cabrito abandonado a las inclemencias de un cruel invierno bajo un árbol que es usado como tronco para una vieja tradición del pueblo, y terminar troceado en un horno para hacer leña cuando finalmente... y si, del polvo venimos y al polvo vamos.
The Turin Horse, el apocalipsis según Bela Tar. No voy a hablar de la anécdota de Nietzsche porque ya la mencionaron en todos lados. Unos gusanos que ya no comen la madera luego de 58 años haciéndolo, un caballo que ya no quiere comer ni caminar, un pozo de agua que se seca repentinamente, unas papas hervidas que quedan crudas, la luz que ya no enciende, y, el viento, si... la crudeza de un viento que no quiere dejar de soplar. Y luego, el fundido a negro. Y el fundido a negro en una filmografía de un gran director que nos ha dejado grandes piezas de arte en esta disciplina a mitad de camino entre el arte y el entretenimiento. Pero con obras como la de Bela Tar estamos seguros de que el cine es arte, y ha ganado unos cuantos puestos para no quedar séptimo.
Anti Gas Skin y Essential Killing por duplicado. Ambas me las vi en la misma sala y una después de otra como en una maratón de Sitges. Porque tranquilamente podrían haber sido selección de maratón en Sitges. Y me fué muy útil haberlas visto como un continuado, porque me sirvió para darme cuenta el tipo de cine que me gusta y me gustaría hacer. Con Meritxell tenemos un concepto sobre la experiencia de ver cine en la sala oscura que aplicamos a nuestras películas tanto como expresión, como también en forma literal tal cual lo hacemos en “Cine al Fín”. De allí el nombre de nuestra productora “Travelling Films”. Dicha experiencia la consideramos como un viaje que empieza cuando se apagan las luces y termina cuando se encienden. Ese viaje tiene que ser inducido por las imágenes y la historia. La película debe hipnotizarnos y llevarnos de las narices a recorrer ese viaje del cual debemos disfrutar sin hacer ningún esfuerzo. Ahora, cuando unas cuantas veces tenemos que bajarnos a empujar el auto, el viaje se empieza a volver incómodo y la llegada a destino es lo único que llena nuestro deseo. Deseo, esa gran palabra que llena nuestros sueños y nuestros objetivos, es además un sentimiento, que cuando se está disfrutado desaparace, porque si todo esta bién en el viaje que nos encontramos, para que desear llegar mientras puedo llenar mi espíritu con el viaje.
Todavía me queda un par de películas por ver y muchas que no he comentado, algunas porque no vale la pena, y otras porque si bién me han gustado mucho, he carecido de creatividad para hablar sobre ellas.
Me despido hasta el próximo año, dejando todo en manos de su dueña y creadora, que he tenido que suplantar en una ocasión y me ha gustado tanto hablar boludeces sobre cine, que aquí me he quedado a vivir.